Los años de la guerra

Durante este período, la fabricación de discos «de pizarra», que giraban a 78 rpm, continuó. A principios de enero de 1933, la Columbia Graphophone Company, S.A.E., de la cual Juan Inurrieta era director-gerente y principal accionista, ya había introducido en el mercado los discos de 33 1/3 rpm (1), con un número de surcos que oscilaba entre 50 y 110 surcos por centímetro de radio, conocidos como discos microsurco o de larga duración. Sin embargo, se vieron obligados a retomar la fabricación de los discos de surco ancho debido al fracaso que experimentaron con la introducción de los microsurcos de Columbia en el mercado y a abandonar la producción de estos últimos.

El 2 de marzo de 1936, Juan Inurrieta adquirió todas las patentes, marcas, contratos, matrices fonográficas, maquinaria y utensilios de fabricación de la entonces sociedad anónima, ante notario. En el catálogo de la fábrica de 1936 se encuentra una breve lista de cuatro discos con referencias que van desde el RGLD 10000 hasta el 10003. Estos discos incluyen impresiones de la Banda y Orquesta Columbia, principalmente fragmentos de zarzuelas.

Juan Inurrieta declaró que la materia prima empleada en ese momento para la fabricación de los discos microsurco también supuso una invención, pero que lamentablemente  “el personal adicto al campo rojo se llevó consigo las fórmulas y procedimientos y todas las cantidades de materia prima ya fabricada”. Éste fue el motivo por el que no le fue posible reanudar la fabricación de estos discos “durante el glorioso movimiento nacional”.

Tras el golpe de estado de 1936 la actividad de la Columbia no se detuvo por completo, aunque experimentó cambios significativos en su catálogo. En el catálogo general publicado poco antes del estallido de la guerra, se recogían cinco versiones diferentes del Himno de Riego, además de la Internacional y otros himnos republicanos, que pronto serían retirados del repertorio.

Muchas de las impresiones realizadas durante estos tres años de guerra fueron interpretadas por la Banda del Requeté de Navarra, tanto en solitario como en colaboración de los coros del Orfeón Pamplonés. Se registraron himnos y marchas, en su mayoría arreglados por quien fue su director, Silvano Cervantes. Se conservan títulos de temática carlista, como Oriamendi, Himno de los Pelayos, Marcha triunfal del Requeté, Boinas Rojas, Capitán Imaz, Glorias de España, ¡Alto, quién vive!, Invicto, Himno de las Margaritas, con los Coros de las Margaritas de Pamplona, entre otros.

Además, la Banda Municipal de San Sebastián, bajo la dirección de Regino Ariz también grabó marchas en ese periodo, como Laureles para Mola o pasodobles como ¡Arriba España!. No le faltaron al repertorio las contribuciones del Orfeón Burgalés y el Orfeón Donostiarra.

La Fábrica de discos Columbia fue utilizada por el régimen franquista como instrumento de propaganda. En sus instalaciones se fabricó el disco con el Himno de la Falange, el conocido como “Cara al Sol”, compuesto por el compositor vasco Juan Tellería e instrumentado para la grabación por Ángel Cabanas, hermano de Juan Cabanas, quien en ese momento ocupaba el cargo de jefe de publicaciones de la Falange. La tirada de este disco se llevó a cabo con una etiqueta especial para la ocasión, la cual era de color rojo y llevaba el emblema de la Falange.

Después de la caída de San Sebastián en septiembre de 1936, Vicente Cadenas, quien ocupaba el cargo de Jefe Nacional de Propaganda, eligió San Sebastián como centro de operaciones por varias razones. En primer lugar, su proximidad a la frontera con Francia permitía tener un flujo constante de noticias. Además, San Sebastián ya contaba con la infraestructura necesaria para la edición de sus revistas y publicaciones, especialmente teniendo en cuenta la presencia de la industria papelera en la zona. En San Sebastián se llevó a cabo la publicación de varias revistas y periódicos, entre ellos «Vértice,» la revista nacional de la Falange, el semanario infantil «Pelayos», «F.E. Falange Española», y el periódico «Unidad».

La proximidad a la frontera con Francia permitía obtener las materias primas necesarias que escaseaban en la zona bajo control nacional. A pesar de que la fábrica Columbia tenía en su poder el himno falangista desde mayo de 1937, no podía fabricarlo debido a la falta de material necesario. Para la producción de este disco, Vicente Cadenas personalmente gestionó la compra de la «pasta» requerida en Burdeos y la trajo consigo para la primera tirada. Estos himnos y marchas se empleaban en las emisiones radiofónicas de la España franquista. En todos los programas, al concluir la emisión, se transmitían extractos de los himnos que se habían grabado especialmente en un disco que se proporcionaba a las emisoras con ese propósito.

En 1938 la delegación de propaganda de la Falange de Guipúzcoa inició una serie titulada “Archivo de la voz nacional sindicalista” con el fin de registrar las voces de los políticos y ministros destacados del régimen. En mayo de ese año, se lanzó al mercado el primer disco de esta serie, que contenía las palabras de Raimundo Fernández Cuesta, secretario nacional del partido, dirigidas a «los proletarios españoles». La colección se produjo en la Fábrica de Discos Columbia, que recibió elogios por la calidad de las grabaciones.

A primeros de 1939, Juan Inurrieta solicitó autorización para la “ampliación de la fábrica”. En realidad, esta solicitud no se refería a la expansión de la industria, sino a obtener permiso para importar la materia prima necesaria para la fabricación de agujas de acero para gramófonos, así como componentes esenciales para la construcción de las máquinas parlantes, como brazos y diafragmas, además de los chasis para las radios que también fabricaban. En cuanto a la fabricación de discos, solicitó la importación de 12,000 kilos de materia prima o baquelita. La fábrica había suspendido su producción debido a la escasez de estos elementos. Sin embargo, la delegación de industria le denegó el permiso, argumentando que esta importación consumiría divisas importantes para una industria que no se consideraba de «imperiosa necesidad nacional».

(1) “Estos discos permiten producir sonidos, sin interrupción, en cada una de sus caras, durante diez o doce minutos”. En: Musicografía nº 1, 1933, p. 15