> INTRODUCCIÓN
Desde la década de 1970 se ha experimentado un notable aumento de las filmaciones en las que las danzas vascas han tomado carta de naturaleza, siendo un referente audiovisual y de uso común. Son productos realizados, principalmente, por aficionados y son los propios grupos de danza y asociaciones relacionadas con el Folklore en sus sedes, así como particulares en sus casas, quienes han logrado conservar dichos materiales.
La importancia de este legado viene dada, primeramente, por ser objeto de salvaguarda de una parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial: el Documental, el cual, por su sensibilidad, se encuentra en riesgo de desaparición. La falta de una temperatura adecuada para su mantenimiento y la obsolescencia de los soportes, conforman una problemática seria de visualización y sonoridad cara a su futuro.
El segundo punto de valor lo constituye la danza tradicional que, en sí misma, es patrimonio de todos, y lugar donde confluyen la vertiente inmaterial con la transmisión de los conocimientos y la material con el vestuario, utensilios y otros elementos. Apartado, este de la danza, tratado en años anteriores con la elaboración del “Catálogo de las danzas tradicionales” por parte de Zatak Herri Ondarea, estando disponible una parte del mismo, como consulta, en la web del Gobierno Vasco.
Por lo tanto, ante el inminente riesgo de pérdida documental de nuestro pasado, registrado en los soportes audiovisuales, por iniciativa de dos miembros del Consejo Vasco de la Cultura, integrantes a su vez de Dantzan y Eresbil, y su posterior aceptación por parte de aquel órgano colegiado, se ha llevado a efecto un proyecto que ha contado con la colaboración de diferentes asociaciones y particulares. Trabajo que ha consistido en la digitalización de un número nada desdeñable de cintas de vídeo (analógicas principalmente), así como la metodología de ejecución, definición y elaboración de fichas, e indexación con volcado a una base de datos. Debemos tener en cuenta que este proyecto ha sido incluido en el marco de acción y financiación del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco.
Lo que en un principio parecía iba a tener un corto recorrido, dado lo específico de su procedencia, ha propiciado, con el paso del tiempo, el hallazgo de viejas glorias de nuestro pasado festivo y coreográfico.
Danzantes locales (Elciego, 1963) Danzas de la Virgen de la Plaza
Sig.: DAN01-085_02
El trabajo ha sido realizado durante ocho años, desde 2015 hasta 2022. Nada más y nada menos que 1.597 cintas de vídeo, cifra en la que se incluyen varios DVDs y Mini DVDs, haciendo un total de más de 1.935 horas de proyección. Si bien la primera filmación es de 1921 y la última de 2012, el grueso se sitúa en el lapso temporal 1980-2000.
Esta concreción temporal provoca una cierta desactualización respecto de cambios producidos en el mundo de la danza vasca posteriores al año 2000, como es el caso de la introducción de nuevas coreografías, reconstrucciones y, por supuesto, la mayor participación de la mujer en danzas que, hasta entonces y de forma mayoritaria, estaban reservadas a los hombres. No obstante, es obligatorio matizar que, consciente o inconscientemente, hemos podido incluir datos de elementos coreográficos que se han producido después, por carecer de fechas a considerar como de inicio o de realización del elemento en cuestión.
Los vídeos han sido seleccionados con el criterio principal de su valor folclórico-etnográfico-histórico, por encima de la calidad o la estética, e incluidos a su vez en un esquema estructurado. En cuanto a la fórmula presentada no puede ser considerada la única, simplemente es la más oportuna debido a las características del estudio.
Añadiremos, no obstante, la falta de muchas danzas por diferentes causas. A destacar: la inexistencia de sistematización en un afán por considerar lo puntual y obligatorio de filmar. Todo ello, dentro de la particularidad y necesidad del agente realizador de la película.
El primer capítulo de lo mostrado en esta web trata el marco teórico, desde una perspectiva que no busca la presentación de todas las danzas del país, ya que no es este el objeto del estudio. El segundo capítulo se corresponde con aquellas danzas y bailes que mantienen unas características propias basadas en la “tradición” y el ritual; y el tercero, no mantiene, salvo las oportunas excepciones, unas pautas tan rígidas en sus fechas de realización y categoría coreográfica, centrándose en la materialización de los diferentes montajes y espectáculos.
Es obligado, asimismo, mostrar un sincero agradecimiento a todas aquellas asociaciones y particulares que, desinteresadamente, tanto en su momento cuando filmaron u obtuvieron los vídeos como, en la actualidad, al ceder los materiales, ofrecen la posibilidad de visualizar las películas.
> TRADICIÓN COREOGRÁFICA VASCA
Uno de los aspectos que se encuentra unido a la idiosincrasia de una comunidad, en ocasiones interpretado como singularidad, con perfil de identidad, diferencia o autenticidad de cada sociedad, es la Cultura Tradicional y Popular. A pesar de que ambos términos, tradición y popular, contienen una gran carga de ambigüedad, nos atrevemos a tildar con frecuencia a ciertos elementos y actividades, como propios de otra época o, al menos, con procedencia de un pasado, de los que conocemos o desconocemos su sentido, pero el cual nos sirve de perfil identitario: si no hemos participado de dicha tradición, nos la han transmitido y, por ello, debemos conservarla e incluso defenderla. Transmisión que, durante años, e incluso siglos, ha sido efectuada por vía oral y corporal, y que, a partir de un momento dado, ha sido complementada o sustituida por los soportes audiovisuales
Las tradiciones que se mantienen, son fruto del esfuerzo de muchas personas y, dependiendo del tiempo que llevan vigentes, de una o varias generaciones. En ocasiones, quedando constancia por la impronta dada.
Asociadas a las costumbres, o al margen de ellas, hallamos el elemento coreográfico por excelencia, imbuido de plasticidad y musicalidad: expresión corporal o estética; conexión, a veces, ineludible entre el movimiento, el compás y el ritmo; sentimiento individual y colectivo de mostrar el legado de los antepasados y, por lo tanto, vivencia directa. Y si de ritmo hablamos, es innegable que las danzas no se ejecutan en un escenario si no hay música. El chistu, la txirula, la gaita o dulzaina, la alboka, la charanga o fanfarria y otros instrumentos, entre los que incluimos los de percusión, son los elementos necesarios para una representación, a los que añadimos la indumentaria: desde la más extendida, conocida vulgarmente como “de aldeano”, pasando por las sofisticadas de costureros y modistas, hasta las concernientes a una época, llamada medieval con tocados corniformes.
La Danza y el Baile, entendida la primera como elemento con contenido ritual y con un alto valor social el segundo, han llegado hasta nuestros días con más o menos alteraciones en un intento de actualización constante para que, de esta forma, tenga la atracción que constituye su realización. Cuestión nada banal si nos atenemos a formas de expresión que, en ocasiones, chocan con la funcionalidad del presente.
Udaberri D. T. (Galdakao, 21/09/1997) San Juan iantzak de Berastegi
Sig.: AND01-239_02
La materialización de las coreografías se produce en el espacio público, pero también en el privado, tal y como las observamos a lo largo del año: tanto desde una perspectiva cíclica, como aleatoria o intermitente.
Al igual que otros pueblos, el vasco conserva muchas danzas y bailes, y eso a pesar de constantes cortes en su realización: la aparición y desaparición de elementos del panorama local ha sido, y es, algo habitual. La diversidad de modelos obliga a la inclusión de variantes según la estructura de los mismos. Así tenemos coreografías: individuales y colectivas; para una u otra festividad; en filas paralelas, en círculo u otras figuras; en espacios cerrados y abiertos; de uno u otro sexo, o mixtas; sonoramente presentadas con diversos instrumentos musicales; con vestimentas de diferentes épocas, o actuales, etc.
No es banal la búsqueda de una asociación entre danzas y clasificación de las mismas. La variedad existente obliga a repensar cualquier estructuración previa creada. Cualquier fórmula no sirve. De hecho, la esquematización aquí presentada aboga, incrementando el criterio único, por articular las danzas desde tres puntos de vista, evitando hasta donde se ha podido la categoría festiva. Esto es: en base a las herramientas utilizadas, la figura coreográfica general dominante o la idiosincrasia que conforma el “resto”.
La persona interesada observará que algunas danzas y bailes se encuentran en un apartado y que, también, pueden corresponder a otro u otros. Se ha optado por una de las opciones, no considerando, además, la diferencia entre danzas simples, complejas (partes o danzas que conforman una historia), ciclos, etc. Se ha procurado que la mayor parte de las películas incluidas en “Rituales y representaciones” correspondan al lugar originario del elemento coreográfico.
> DANZA Y BAILE. DEL CINE AL VÍDEO
Desde el nacimiento del cine, considerado oficialmente allá a finales de 1895, gracias a los hermanos Lumière, las filmaciones, mudas y sonoras, han tenido un importante peso en la representación audiovisual de diferentes culturas: desde las consideradas “exóticas” hasta las más “civilizadas”.
De las películas más antiguas de las que se tiene constancia, bien por su existencia, bien por la información que ha llegado a nuestros días, son las referentes a anatomía humana, vistas o panorámicas de ciudades o capitales, procesiones, regatas de traineras y, en lo que concierne a nuestra temática, corridas de toros, celebraciones religiosas, “pasacalles” de gigantes y cabezudos y el Carnaval. Motivadas, principalmente, por plasmar el movimiento, han dejado constancia y sirven para elaborar concienzudos y sesudos estudios en diversas materias.
Establecer que las danzas y bailes, en su origen, o al menos en un momento de su historia, se han regido como elemento circunstancial y carente de contexto es simplificar al extremo la aportación al resto de la Cultura. De hecho, muchas de las películas del siglo XX legadas, nos muestran fiestas y celebraciones de las que forman parte. Ya sean como elemento fruto del transcurso del tiempo adaptado al festejo, ya sean como espectáculo en un escenario a nivel local.
Como hemos podido comprobar en los últimos años, han ido emergiendo películas almacenadas por particulares desde comienzos del siglo pasado; en unos casos se desconocía su existencia, en otros su paradero. Afirmar que estas imágenes cumplen unos requisitos excepcionales de calidad y realización sería engañarnos a nosotros mismos; la importancia viene dada por el valor histórico y folclórico de las mismas.
Maskaradak de la juventud de Larraine (Barkoxe, 1997) Barrikadak.
Sig. AND01-201_01
Entre las más destacadas, con incidencia en la danza, aunque este apartado no sea el único o más importante de las filmaciones, podemos destacar las siguientes: “Noce au Pays Basque” (1913); la boda de Julián de Ajuria (1921); “Gran fiesta en Santurce, con motivo del triunfo de los ágiles remeros” (1921); “Fiesta campestre en la -Sociedad- Euskal-Erria -1923”; la serie “Eusko Ikusgayak” realizada y producida por Manuel M.ª de Ynchausti, con imágenes de entre 1923 y 1928; película que versa de la visita de Ángel León Sojo (Dr. Sojo) a la villa natal de sus antepasados (Areatza, 1925); “Ezpatadantza. Baile vasco ejecutado en Saturraran, el día 14 de Agosto de 1927”; “Au pays des basques” (1930) de Maurice Champreux; “Gure sor lekua” (estrenada en 1956), primera en euskera, de André Madré; la fiesta de los Errebonbiloak en Elorrio en la década de 1930; “Elai-Alai” de N. Sobrevilla, de 1938; “Aberria” (1961) y “Elburua Gernika” (1962), de Gotzon Elortza; “Basker” y “Bonde i Baskerland” (1963); “Ama Lur” (1968) de Fernando Larruquert y Néstor Basterretxea; “Navarra. Las cuatro estaciones” (1972), con filmaciones de los años 1970-1971, de Pío Caro Baroja, con el asesoramiento de su hermano Julio; festividad de San Pedro en Lekeitio, de entre 1976 y 1978, de Ricardo Zumalabe; o “Guipúzcoa” (1979), también de los hermanos Caro Baroja.
Algunas de estas películas las podemos visualizar en la web de Euskadiko Filmategia-Filmoteca Vasca. Otras, comercializadas, al igual que en su momento los reportajes del NO-DO, en las que se entremezclan la constancia de los actos y la imagen edulcorada de la realización, recorren desde hace unos años las redes sociales para el disfrute de los interesados.
A partir del decenio de 1980 y hasta nuestros días, la producción cinematográfica, preferentemente de vídeo, ha aumentado de manera exponencial. Por citar algunas ediciones audiovisuales seriadas y comercializadas en formato físico: las colecciones Navarra: tradiciones y costumbres (8 DVDs) y Etnografía navarra (14 DVDs), ambas de Pyrene, P. V.; o los 15 vídeos con el sello de EDB. Todo ello, sin olvidar, el material conservado de una gran parte del festival “Euskal Herriko Dantza Agerketa” y las series de televisión como: “Raíces”, dirigida por Manuel Garrido para TVE, capítulos emitidos entre los años 1972 y 1983; “Del País de los Vascos” / “Euskal Herritik”, la versión músico-coreográfica extraída de esta; “Eguzki Lore”; y reportajes varios, de Euskal TeleBista. Y, por supuesto, una de las mayores colecciones, por no decir la más abundante, de estos últimos quince años, que la podemos encontrar en la web de dantzan.eus.
No obstante, a pesar de una relativa falta de rigurosidad y profesionalidad, el número más abundante de producciones digitalizadas ha sido el que procede del ámbito aficionado, tal y como así se atestigua, prioritariamente, en el trabajo de digitalización efectuado.