ESCUELA DE MÚSICA
Ya en 1636 se nos habla de tiples en los libros de economía. En 1719 se publican los estatutos de la Orden. En ellos se legisla que los donados, pues así se llamaban los niños que formaban parte de la capilla musical, sólo se dediquen al canto y al estudio de algún instrumento útil para el acompañamiento de aquél en el coro. En relación con estos donados, dice el P. Echevarría:
«Lejos de ultrajar a la humand. se procura socorrerla, escogiendo p. tiples á niños necesitados á quienes se les enseña a leer y escribir con la música y Latinidad. En llegando a la edad prescrita por las Leyes, los mas de ellos profesan libremente y mantienen sin interrupción la Capilla compuesta de Solos Religiosos»[1].
Sabemos, además, que su dedicación era exclusivamente musical, pues no podían aspirar a ser predicadores o lectores, como dicen los Estatutos:
«Los Donados Cantores de las Musicas de Arançaçu, y Bilbao, antes, que sean admitidos para Religiosos, sepan indispensablemente tañer Órgano, y la Gramatica necessaria; Y aunq profesen, nunca sean embiados à los Estudios de Artes, y Theologia, pues solo se admiten para servir en el Canto, y Organo de los Conventos: Y de lo contrario, se experimenta notable falta de Vicarios de Coro la qual para que no aya en la Provincia, en los Conventos de las quatro Naciones, se deben recibir, y reciban algunos, que sean a proposito para aprender canto llano, y Organo»[2].
Se admitían niños desde los 6 ó 7 años. Muchos de los Maestros de Capilla que tuvo el Santuario, estuvieron en él como donados. Así Francisco de Velderrain, Maestro de Capilla y autor del Ceremonial Seráfico de Cantabria, cuenta en el prólogo de su libro cómo estuvo de donado cantor en Aránzazu. Donados cantores fueron también Francisco de Ibarzábal[3] y Fernando de Eguiguren[4].
También aparecen en los Estatutos Municipales, los «castrati»:
«Ni se admita alguno, que sea castrado de ambos lados, porque los tales, de experiencia se sabe, que quedan en breve tiempo inutiles para el servicio de la Orden: Y solo se podrá dispensar con alguno que además de tener los otros requisitos necessarios, se reconozca que será util, y provechoso, o necessario para la Musica de los Conventos de Maria Santissima de Aranzazu, ti de San Francisco de Bilbao por la destreza de tañer, cantar, y su ventajosa voz»[5].
Aparte de los donados cantores, en 1747 se obliga a los novicios de la Orden a una hora diaria de clase de música gregoriana y a no poder profesar en la Orden sin amplios conocimientos de la misma[6].
El P. Lizarralde afirma que «en compañía de estos donados músicos se admitían a veces otros que querían perfeccionarse en el manejo de algún instrumento»[7]. Tenemos datos que demuestran, en efecto, que Aránzazu constituía una escuela de música. Uno de los casos anteriormente señalados podría darse en 1640; una de las cuentas indica que se dan 44 reales «pa el nobicio valenciano musico»[8].
En 1642 los canónigos de Roncesvalles envían al capellán Eugui a Aránzazu
«a aprender a tocar el bajan y que para cuando vuelva de aquel Santuario se compre dicho instrumento con todos sus requisitos»[9].
Refiriéndose a Tolosa, apunta el P. Donostia que hacia 1670 «se habla en los documentos de enviar a algunos jóvenes a Aránzazu a tocar (aprender a tocar) el bajón»[10]; y del mismo Tolosa, pero en 1707, tenemos noticia de que Manuel de Galarraga es enviado por el Ayuntamiento de Tolosa a Aránzazu para que aprenda «a tañer la corneta»[11]; permanece en el Santuario tres meses.
Sin embargo no solamente destaca Aránzazu en el aspecto instrumental. Tomamos una vez más como referencia al P. Lízarralde para decir que debió de haber en Aránzazu un «bien calificado taller» en el que se preparaban los libros corales[12]. Los libros corales de Aránzazu, «fueron escritos a mano por el religioso P. Fr. Gaspar de Azcarraga por los años de 1689»[13]. En 1618 la parroquia de San Miguel de Oñate paga «a frai pedro de Olazaran seis ducados por un libro que a hecho de canto llano para la dha. iglesia»[14].
Quizá sea este el lugar, antes de pasar a las actuaciones musicales de la Capilla, de hablar de una «Misa de Aranzazú», conservada en la Biblioteca de Catalunya, en Barcelona; tiene la signatura Ms. 688/ 4. Y dice así:
«MISSA / de Aranzazú: sexto Tono».
Es un cuaderno con 9 folio s 29,5 X 21; está escrito en un único pentagrama en clave de Do 4.», y tiene una escritura de finales del siglo XVIII; contiene Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus. La cubierta de la Biblioteca de Catalunya dice:
«N.O 688/4, Aranzazú (s. XVIII) / Missa de VIe tó a una veu. Notació de cant pla / pero mensuralista».
Creemos interesante la noticia, como un dato más del nombre que tenía Aránzazu en el aspecto musical.
[1] Echevarría, Ventura de, Breve noticia…, op.cit. fol. 10. Véase Apéndice núm. l.
[2] Estatutos Municipales… op, cit. Cap. I «De los donados», núm. 3.
[3] Véase Catálogo Ms. 795 y 648.
[4] Véase Catálogo Ms. 795 y 13.
[5] Estatutos Municipales…, op.cit Cap. 1, núm. 3, folio 6.
[6] Anasagasti, Pedro de, «Tradición musical en Aránzazu» en B.R.S.V.A.P., año 1961, págs. 441-442.
[7] Lizarralde, P. Adrián de, Historia de la Virgen… op. cit., pág. 374.
[8] Véase Apéndice núm. 6. Libros de economía. 1640 Agosto.
[9] Donostia, José Antonio de, Música y músicos… op. cit., pág. 38.
[10] Donostia, José Antonio de, “El órgano de Tolosa…” op.cit., pág. 135.
[11] Larrínaga, Juan Ruiz de, «Un tolosano aprendiz de corneta» en Revista Aránzazu, núm. 1, año 1921, pág. 135.
[12] Lizarralde, P. Adrián de, Historia de la Virgen…, op.cit., pág. 158.
[13] Ibídem, pág. 231.
[14] Ibídem, pág. 160.