El compositor y arreglista trae a Musikaste este 25 de mayo un programa compuesto por adaptaciones al jazz de las obras de Mikel Laboa

– ¿Como ve el momento del jazz en Euskal Herria?
– A nivel creativo, tanto cuantitativamente como cualitativamente, es un momento óptimo. Músicos muy jóvenes y más veteranos y consagrados siguen generando propuestas musicales muy variadas e interesantes. Entre los factores o causas que provocan que esto sea así se debe citar de manera destacada la influencia de Musikene. Este centro cumple ahora 20 años y el hecho de tener un departamento de jazz con un alumnado tanto vasco como venido de muchas otros orígenes ha estimulado, enriquecido y reavivado la escena del jazz en Euskal Herria. Otra cuestión es la capacidad del mercado para absorber y servir de escaparate a la extensa y rica producción de todos estos músicos y de hacerlo de manera profesional y digna para ellos. En ese aspecto, hay mucho trabajo por hacer y muchas inercias que superar. Se crea mucho más de lo que los escenarios recogen, cosa que sucede en muchos estilos musicales. Sin duda, no somos una excepción, pero sí somos, de entre los muchos damnificados, uno de los colectivos con más dificultades para mostrar su música y poder hacerlo en las condiciones adecuadas.
– ¿Ha resultado sencillo adaptar la música de Mikel Laboa al jazz?
– Sí, los arreglos me han brotado de una manera muy natural y orgánica. La música de jazz es pura fusión, pura mixtura de sonoridades, culturas y texturas diversas. La música de Mikel no es una excepción. Una canción es un híbrido entre una música y una verbalización con vuelo poético de un mensaje del tipo que sea. Si los músicos de jazz han adaptado, arreglado, versioneado e improvisado sobre los clásicos de Broadway no hay motivo alguno para que no pudiera hacerse lo mismo con las canciones de uno de nuestros clásicos, Laboa en este caso.
– ¿Supones que el repertorio será cercano al público?
– Pienso que lo va a ser, sí. El hecho de haber diseñado el programa de concierto en base a tres líneas diferentes hará que enfrentemos un concierto ameno y variado. Estará la música de Laboa, pero aparecerá también música popular vasca no vinculada a Mikel y, en medio de todo ello, composiciones originales mías de momentos muy distintos de mi carrera musical. Lo prioritario es dar amplio espacio a la improvisación, a la magia del momento, y lo irrenunciable es la comunicación con el público. La complicidad con el público nos es necesaria. No hay aventura si no les cogemos de la mano desde el primer momento e intentamos que se identifiquen con la actitud de búsqueda que supone cada concierto.
– ¿Qué nos puedes comentar de Iñaki Salvador Trio y la colaboración en concreto con Gonzalo Tejada y Aitor Bravo?
– Desde mis inicios en la música, he ido ofreciendo diferentes formatos en función de cada propuesta musical, pero he sido siempre fiel al trío. Por la formación han ido pasando diferentes músicos y aun a día de hoy su composición varía dependiendo de la música que vaya a abordar. Con Gonzalo Tejada la colaboración viene de décadas atrás, tanto en el trío como en multitud de proyectos. Nos entendemos sin hablar, con una mirada o incluso a veces sin necesidad de ella. Es un músico poliédrico, de solida y ecléctica formación, y con una actitud en escena para cuya descripción la palabra jazz se queda pequeña. El caso de Aitor es el de una persona insultantemente joven, y felizmente serio y maduro en su manera de acercarse a la música. Lo conocí como alumno de Musikene y pasó en seguida a formar parte de la nómina de alumnos de este centro a los que no he dudado en invitar a formar parte de mis proyectos. Aborda la música con actitud comprometida y rigurosa. Su humildad le hace grande y su deseo de no parar de aprender le convierte en ejemplar. Tenerlo cerca es no olvidarse de los veinte años que uno tuvo y de la actitud y energía de no debemos perder.