LAS DE CAÍN (1958)

Desde 1955 trabaja tanto en la composición de esta partitura, como en la de Juan José, compaginando ambas con el arreglo de la ópera de Isaac Albéniz, Pepita Jiménez.

Esta partitura la comparte con su hijo, Pablo Sorozábal Serrano, que compone una serie de piezas en ritmos de pasodoble, chotis, etc.  que se incorporan a la obra. Sorozábal padre se encarga de realizar la adaptación lírica de la comedia homónima de los hermanos Álvarez Quintero y escribe todos los cantables, de cuyo resultado se confiesa satisfecho.

La directora del Teatro de la Zarzuela, Lola Rodríguez Aragón, le pide el estreno de esta obra.

 

El 14 de noviembre de 1958, su mujer, Enriqueta, fallece repentinamente, lo que supone para el compositor el peor golpe de su vida. Su hijo, que tiene previsto ingresar en el Real Conservatorio de Londres, renuncia a sus estudios para quedarse con su padre. Al mes siguiente se estrena Las de Caín. 

La crítica del estreno en ABC destaca:

«… Los Sorozábal… son músicos cien por cien teatrales. Saben aprovechar las situaciones, los momentos, los «tipos» y glosar en la orquesta, con una interpretación eficacísima, frases y hasta silencios…»

Tras la representación, Pablo Sorozábal se dirige al público, dedicando unas emotivas palabras a la memoria de su esposa.

Aunque asiste numeroso público a la representación, no se llega al llenar el aforo. La obra es un éxito, pero la afición a este género ha disminuido y ya no resulta económicamente rentable.

FICHA TÉCNICA

Comedia musical en tres actos.

Libreto de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero; Arreglo lírico del libreto y cantables de Pablo Sorozábal.

Música de Pablo Sorozábal en colaboración con su hijo Pablo Sorozábal Serrano.

Personajes principales: Amalia, Soña Elvira, Estrella, marucha, Rosalía, sopranos; D. Segis, Marín, Pepín, Tomás, tenores; Alfredo, Tío Cayetano, bajos

Orquestación: 2.I.I.I – 2.I.I.0 – arp – perc – cu

ARGUMENTO  (Hispavox HH 10-271, 1965)

Acto I

1. – Preludio

Pequeña glorieta entre las alamedas frondosas de un paseo público, en Madrid. Tres bancos; dos de ellos, en el primer término de la derecha y en el de la izquierda, y el otro, al foro. Es por la mañana, en el mes de abril.

Tomás está sentado en el banco de la derecha del actor, estudiando en unos apuntes. Es un jovenzuelo de la clase media, que viste sencillamente y sin aliño alguno.

Después de un rato de lectura, deja los apuntes sobre el banco, y se pone a cantar una cancioncilla ligera para explayar su espíritu. El guarda del paseo sale por la izquierda y se dirige a él, para entregarle un abanico olvidado por las señoritas que frecuentan la glorieta.

Por la izquierda del foro llega Pepín Castrolejo, antes que desaparezca el guardia. Es un gamosillo adinerado, de poquísimo fósforo en la mollera y con pretensiones de hombre de mundo. Pregunta a Tomás por sus…

Las de Caín. Teatro de la Zarzuela, 1958 (Archivo familiar)

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estudios y éste le confiesa que finge estudiar por no disgustar a su madre y que hace unos seis meses comenzó relaciones con Amalia para no estudiar. Pepín le pone al corriente de que el padre de Amalia, Don Segismundo, es profesor de lenguas vivas y que muchacho que entra en esa casa, ya no sale soltero. De las ocho hermanas, el año pasado casó a tres. Tomás se siente tranquilo, pues se sabe un mal partido.

2. – Terceto de Tomás, Pepín y Tío Cayetano

Se presenta por la derecha del foro, paseando cómicamente, el tío Cayetano. Es un señor omnipotente, que está hueco. A un pájaro que mire en la rama, es para brindarle protección. Viste bien, pero a gusto del sastre. Al verle entrar, Tomás se acerca a saludarle.

Se marchan por el foro y llega la familia de los «edilios»: Don Segismundo Caín, Doña Elvira y sus bellas hijas Rosalía, Marucha, Estrella, Amalia y Fifí. Las cinco visten sombreros y trajes de la misma forma. Rosalía y Marucha de un color, y las otras de otro. Todo ello cuidado y pulcro; sin pretensiones, nada cursi. La mamá, que frisa en los cuarenta y cinco años, se retoca y acicala todo lo que puede, dentro de su modestia. Aunque ha tenido ya ocho hijas se conserva tan tiesa y firme que bien pudiera tener otras ocho. El señor Caín pasa de los cincuenta. Su rostro es bonachón y dulce; más bien que Caín, parece Abel. Usa chaqué; hongo de copa plana, botines y unos pantalones bien anchos. En la mano izquierda trae un libro y varios periódicos, y en la diestra un bastón, regalo del tío Cayetano. Tomás vuelve de palique con Amalia y Pepín con Estrella. Los unos se sientan en el banco de la derecha, y los otros en el de la izquierda. Los padres en el foro.

3. – Cuarteto de Amalia, Tomás, Estrella y Pepín.

Don Segismundo y Doña Elvira se van por la izquierda. Alfredo mira hacia allá sonriendo. Poco después aparece muy presurosa Rosalía, pero refrena sus nervios y se contiene. Rosalía es traviesa, zalamera, burlona. Está muy segura de sí misma. Alfredo es vehemente, apasionado, de expresión viva y franca.

4. – Dúo de Rosalía y Alfredo

Alfredo y Rosalía discuten porque ésta quiere esperar a casarse hasta que todas sus hermanas tengan novio. Alfredo se marcha muy alterado.

Regresa cogido del brazo de Marín, un muchacho de aspecto sencillo, uraño y tristón, que se resiste un poco. Don Segismundo al ver a Alfredo con un amigo de buen porte, la alegría del triunfo le brilla en los ojos.

5. – Final del acto I

Entre risas y gritos se dirigen todos hacia el foro izquierdo, rodeando al pobre Marín, que no sabe a quien atender. En torno suyo van, Don Segismundo, Doña Elvira, Marucha y Fifí. Detrás, por parejas, Alfredo y Rosalía, Estrella y Pepín, Amalia y Tomás. Hablan todos a un tiempo. Gran algazara. El guarda asoma por el primer término, creyendo que se han echado a la calle los republicanos, sumándose también a la algazara con sus frases, que afortunadamente no se oyen, porque a todos ellos les tapa el fuerte de la orquesta… y cae el telón.

Acto II

6. – Preludio del acto II

Despacho de la casa de Caín. Rosalía, sentada a la mesa de trabajo, escribe lo que le dicta su padre. Don Segismundo traduce de un libro que tiene en la mano y pasea. Está de batín y babuchas. Rosalía viste un trajecito de casa muy sencillo y delantal. Como ella visten sus hermanas.

Aparece Tomás de visita a la casa. Poco después se presenta en la casa Doña Jenara, la madre de Tomás que quiere ver a Don Segismundo. Doña Jenara pone al corriente a Don Segismundo de que su hijo es un vago, que no estudia y no tiene dinero. Pero para Don Segismundo lo importante es que sea buena persona. Doña Jenara, se marcha conmovida, no sin antes conocer a Amalia, con la que queda encantada.

Se marcha Amalia y entra Alfredo. Surge en el pasillo Emilio Velázquez, sombrero en mano. Es un actor cómico, envanecidillo con el triunfo de su primera obra, porque los críticos han dicho de él que es un «grano» para algunos autores famosos. Alfredo lo presenta a Don Segismundo, quien le acompaña al comedor donde están las chicas. Emilio, que se queda esperando para hablar a solas con Don Segismundo, se encuentra con Rosalía.

7. – Romanza de Alfredo

Entra Don Segismundo tosiendo. Alfredo le cuenta que anoche vio a Pepín Castrolejo descolgarse del balcón de Estrella. Don Segismundo se altera y Rosalía trata de calmarlo, diciéndole que solo subió al balcón a darle un beso. Pero Don Segismundo decide hablar con él seriamente en presencia del tío Cayetano.

Entra Doña Elvira, que viene de atender a Marín, que está enfermo. La madre le cuenta a Rosalía que Marín, en su delirio, nombraba con frecuencia a Marucha.

8. – Concertante

Doña Elvira informa a Marucha de que sus cuidados han dado su fruto y que Marín está mejorando. Marucha se siente muy feliz.

Don Segismundo cuenta a su mujer que hay un pollo nuevo en el comedor. Doña Elvira, con curiosidad y acompañada de sus hijas, entra para conocerle.

8 (bis). – Número de Don Segismundo

Don Segismundo pasea. Se sienta a la mesa y busca entre sus papeles un pliego para una carta. Escribe unas líneas. Se levanta y vuelve a pasear. Aparece por la puerta el tío Cayetano seguido de Alfredo. Los tres esperan a Pepín.

9. – Cuarteto de Don Segismundo, Tío Cayetano, Pepín y Alfredo.

Don Segismundo enseña a Pepín la carta donde un supuesto «anónimo» le advierte de la visita al balcón de un hombre a deshoras. Pepín trata de hacer ver que no sabe de qué se trata, pero Alfredo reconoce que fue él quien los vio. Pepín, entonces, dice que fue una chiquillada, pero ante la enérgica actitud de Don Segismundo, promete casarse.

10. – Final del acto II

Van entrando todos los personajes alarmados ante el llanto y los suspiros de Doña Elvira, que ha estado escuchando.Don Segismundo les dice que llora de alegría y emoción y les anuncia el compromiso de Pepín con Estrella.

Acto III

11. – Preludio del acto III

Jardincillo de una casita de recreo en un pueblo cercano a Madrid, en la sierra. Al fondo montes y pinares. Doña Elvira, sentada en una butaca, cose; Rosalía, que está cogiendo flores, canta.

12. – Romanza de Rosalía

Aparece Marín tras la verja del foro y llama. Doña Elvira se levanta alborozada. De la casa sale Segismundo en traje de campo y recibe a Marín con los brazos abiertos. Se sientan los tres. Marín agradece las atenciones recibidas. Se marcha, pero promete regresar para cenar.

13. – Dúo de Rosalía y Alfredo

Salen los dos cogidos de la mano y se marchan abrazados. Sale de la casa el tío Cayetano, bostezando y desperezándose, con cara de haber dormido una buena siesta. Le sigue Don Segismundo. Conversan sobre la soltería del tío Cayetano. Don Segismundo le anima a formar una familia, que para eso no hay edades. Pone el ejemplo de Fifí, que siendo la más pequeña, es también la más madura.

Llega Marín y charla con el tío Cayetano. Fifí les interrumpe a su paso hacia el gallinero. Don Cayetano se ofrece a acompañarla.

Marín se encuentra con Marucha, que sale de la casa, y coquetea un rato con él.

14. – Final del acto III

Tío Cayetano sale del brazo de Alfredo. Rosalía que va a seguirlos se detiene al ver a su padre. Con cierta picardía le cuenta que ha hecho de Alfredo un buen alumno, pues acaba de oír decirle al tío Cayetano que Fifí es la perla de la casa.

Sale de la casa Doña Elvira, que junto a Don Segismundo miran con regocijo a todas las parejas que van apareciendo acaramelados: primero Marucha con Marín; luego Rosalía y Alfredo, quienes al pasar por delante de sus padres, hacen gestos y guiños muy significativos, referentes a la pareja que viene tras ellos; y por último, Fifí y Don Cayetano. Todos ellos cruzan pausadamente la escena al ritmo de la música, casi bailando y entran en la casa. Cuando lo ha hecho la última pareja, Don Segismundo ofrece el brazo a su esposa, y radiantes y satisfechos, hacen mutis por el mismo sitio mientras va cayendo el telón.

ESTRUCTURA

 ACTO I

  • Núm.1: Preludio
  • Núm. 2: Tomás, Pepín y Tío Cayetano
  • Núm. 3: Amalia, Tomás, Estrella y Pepín
  • Núm. 4: Rosalía y Alfredo
  • Núm. 5: Final del acto I

ACTO II

  • Núm. 6: Preludio
  • Núm. 7: Romanza de Alfredo
  • Núm. 8: Rosalía, Doña Elvira, Amalia, Marucha, Estrella, Fifí y D. Segis
  • Núm. 8bis: D. Segismundo
  • Núm. 9: Alfredo, Pepín, Tío Cayetano y D. Segis
  • Núm. 10: Final del acto II

 ACTO III

  • Núm. 11: Preludio
  • Núm. 12: Romanza de Rosalía
  • Núm. 13: Rosalía y Alfredo
  • Núm. 14: Final

ESTRENO

Teatro de la Zarzuela, Madrid – 23.12.1958

Int.: Sélica Pérez Carpio, Irene Daína, Rafael Somoza, María Francisca Caballer