CUIDADO CON LA PINTURA (1939)

Sainete en un acto de aire madrileño que se estrena junto con La Rosario, o la Rambla de fin de Siglo, ambas escritas por Romero y Fernández Shaw.

El estrena en Valencia y Barcelona, y lo dirige el propio compositor. Sin embargo, en su primera representación en Madrid, en el Cine Rialto, no se le permite dirigir a la orquesta. En su autobiografía relata que, mientras en la capital se escenificaban los sainetes, él junto con los dos autores de los libretos, pasan la velada disfrutando de un espectáculo de variedades en el Teatro de la Zarzuela.

La crítica, tras su estreno en el Tívoli de Barcelona, no fue muy favorable:

«… muéstrase compositor que cuida de la orquestación con plausible tino. Sin embargo, la partitura se resiente, en general, de la falta de inspiración, lo que contribuye a que no brille como merece la parte sinfónica de aquella. Sélica Pérez Carpio y Marcos Redondo, con sus celebradas cualidades vocales, consiguieron, junto con los demás artistas que intervienen en el reparto, sacar a flote los dos sainetes líricos.» (Hoja oficial de la Provincia de Barcelona, 26/02/1940)

FICHA TÉCNICA

Sainete madrileño en un acto y tres cuadros

Libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw

Personajes: Anita «la Marquesa», Señora Paz, Marola, Señora Juliana, Una señora, Billetera, Modistilla, Mamá, Niña 1ª, Niña 2ª, Rafael, Señor Ticiano, Lucrecio, Florentino, Señor Macario, Un caballero, Vendedor de periódicos, Uno, Otro, Un joven, Un parroquiano, Un transeunte.

Orquestación: I+I.I.I.I – 2.I.I.I – perc – arp – cu.

Acto único

Salón de entrada en la exposición particular del «Salón Zapatero». Es una pieza rectangular, en cuyas paredes hay colgadas unas cuantas obras pictóricas, copias de célebres cuadros. En el fondo, hacia la izquierda, una comunicación con la tienda de la «Casa Zapatero», Marcos y Molduras, separada por una cortina de pana. En el lateral izquierdo, en el primer término, una puerta con vidriera de dos hojas y acceso directo desde la calle. La hoja móvil se abre hacia dentro y en ella se lee «Salón Zapatero. Exposición Galindo. Entrada libre».

A la derecha, cerca del foro, hay un arco que comunica con la exposición. En el centro de la escena, un diván redondo, y sobre el eje de los respaldos, una estatuilla o una maceta. Es por la tarde, a principios de primavera.

En el diván, fumando su pipa con indolencia, aparece Rafael, un joven pintor con vitela de bohemio limpio. De la calle, viene el eco de algunos pregones.

Entra por el foro Manola con un marco en la mano. Es la dependienta de la tienda, monamente vestida, sin olvidar la falda larga de la época, y con delantal.

La tienda está regentada por el señor Ticiano, un señor mayor ya viudo y un tanto presumido. Ticiano ha organizado la exposición para su discípulo, Rafael, antiguo novio de su hija, Manuela, quien sigue enamorada de él.

La exposición es un fracaso de público, a pesar de ello, Lucrecio, un joven aprovechado, alienta a Rafael, mientras que, por el contrario, su hermano Florentino, más cabal, trata de desanimarlo.

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Entra en escena Doña Paz, madre de Rafael, a quien Ticiano adula cómicamente. Ésta regenta un puesto de casquería a donde acude Lucrecio para lograr alimentos gratis.

Un chaparrón provoca que los transeúntes entren en el salón de pintura para refugiarse. Cuando Rafael los ve, piensa que su pintura ha despertado interés. Sin embargo, en cuanto cesa la lluvia, el público abandona el salón de la exposición, indiferente a su pintura. Entre el público se encuentra Anita, la Marquesa a quien Rafael ha retratado. Los dos declaran su amor.

Son las dos de la madrugada. Delante del «Café de Fornos», se escuchan algunos compases de la música del entrecuadro. Don Ticiano y Doña Paz se han casado esta mañana y celebran bulliciosamente su boda. Rodeado de vendedores y tipos populares, Lucrecio entona un poema dedicado a las gentes del Madrid nocturno y bohemio. En la calle, Rafael reencuentra a Anita, vestida de chulapa. La joven revela entonces que su apelativo “Marquesa” no era más que un mote de cortesana, y que ya rompió su relación con el hombre que la mantenía. Alborozado, Rafael celebra que no existan barreras sociales entre los dos, y ambos proclaman el triunfo de su amor, haciendo alarde de casticismo plebeyo.

Un aspecto del Paseo del Prado en tarde de verbena tomado desde la calzada de Trajineros. Entre el arbolado se ve la trasera de las barracas del lado derecho del paseo: una de ellas, en el centro, monumental, es un primitivo cinematógrafo de orquestón, aunque solamente se perciben sus sonidos. A la izquierda un puesto de cascajo, cuyo frente tampoco se ve. A la izquierda, hay un puesto de horchatas y refrescos que regenta Florentino y donde trabaja Manuela, a quien no parece gustarle su tarea.

Anita aparece haciendo alardes de gran señora y revela a Rafael que le ha dejado por un adinerado banquero. Rafael despechado toma la decisión de olvidarla y casarse con Manuela, así como de renunciar a sus ambiciones de artista y conformarse con el oficio de pintor de brocha gorda.

ESTRENO

Teatro Apolo, Valencia – 09.12.1939

Elenco: Marcos Redondo, Sélica Pérez-Carpio, Concha Bañuls, Carlos Oller