Con una larga trayectoria detrás, el compositor Luis Elizalde es toda una eminencia. En la jornada dominical se escuchará parte de su trabajo.
– ¿Cómo valora el panorama creativo musical vasco?
– Ciñéndome a la música litúrgica, no precisamente a la polifónica, sino a la popular, estoy admirado de la perfección de cada una de las composiciones: himnos, antífonas y salmos. Lo mismo tengo que decir de las canciones para la eucaristía. Se ve que los autores son profesionales. Se puede tener más o menos inspiración, pero lo que hay que exigir siempre es la corrección técnica.
– ¿Qué le supone que su obra pueda escucharse en Musikaste?
– Ni qué decir tiene que lo que a un músico le encanta es que sus composiciones no se queden en los archivos: queremos que se interpreten. Es un verdadero placer. Muchas gracias.
– ¿Cuál ha sido su inspiración a la hora de componer el presente repertorio?
– Cuando compongo no para instrumento musical sino para coro, lo primero que estudio a fondo es el texto: buscar dónde está la idea central, la más importante, aunque sea en una pequeña antífona, para poner allí la cumbre melódica. Después ya viene la musicalización del texto. Siempre tiene capital importancia la técnica. Tuve la suerte de estudiar cinco años en el Instituto Pontificio de Música Sacra de Roma, composición con el entonces director de la Capilla Sixtina, Domenico Bartolucci. Estoy muy agradecido a tan excelente profesor, porque sin técnica, la inspiración no sirve para casi nada.
– ¿Qué le gustaría transmitir al público asistente?
– Lo que contenga el texto litúrgico: alegría, tristeza, resignación, contemplación, agradecimiento…