Aker - Anexa

FICHA TÉCNICA

Música: LUIGI NONO y PIERRE HENRY
Duración aproximada: 65 minutos
Coreografía, vestuario y decorados: JOSÉ LAINEZ
Comienzo del montaje: 20 de Junio de 1972
Estreno: 14 de Septiembre de 1972 en el Teatro Arriaga de Bilbao a las 20 horas

Intérpretes en el estreno:

Mª Carmen Alcorta
Larraitz Bajineta
Mª Jesús Marín
Leonor Martínez
Mentxu Medel
Ana Moreno

Julio Durán
Iñaki Landa
Javier Legorburu
José Ángel Pellejero
Alejandro Pérez
Juan Sarriegui

M. J. Marín, J. Durán, M. Medel, A. Moreno. © Fotografía: Juan Ángel Arrieta

Partes

IBILLALDIA (El viaje)

La brujería actual se puede centralizar en el mundo de la droga. Ya no se viaja como se hacía antes, por medio de la unción del cuerpo con pócimas especiales, sino que se realiza por medio de la LSD u otras drogas similares. Los amantes de Satanás pueden ser gente como nosotros, que por medio de las drogas, realizan viajes, mentalmente, a los mundos oscuros de la magia negra. El ballet representa este viaje, en el que aparecen los símbolos tradicionales de la brujería. Los cuerpos emprenden su viaje por medio de la droga, penetrando así en un mundo fantástico en el que todo contacto con lo natural desaparece. Andan por los aires, cabalgan en animales fantásticos, se frotan unos con otros para transmitirse su energía, y poco a poco se van aproximando al momento cumbre en que deben elegir al que representará al “macho cabrío”. Para ello, la fantasía les hace ver a uno de ellos como el símbolo de Satán, a quien imponen una gran túnica, para empezar después el acto de la metamorfosis, que le convierte en el esperado representarte del diablo. Se puede decir que en este momento se llega a la situación del lugar elegido para el akelarre.

AGURKIZUNA (La ceremonia)

Una vez elegido el lugar, se prepara la misa negra. Para esto, la ceremonia comienza con la ordenación del celebrante, que bajo un palio y con un cuerno como símbolo del diablo, es elegido por la bruja vieja para que se celebre la misa. La ceremonia está representada en el ballet como una sexualización fuera de nuestro mundo, en la que el celebrante es ordenado y se le impone una tiara roja como símbolo satánico. Entonces él tiene que iniciar a las nuevas brujas con el tradicional rito, consistente en ser besado por éstas en la tetilla izquierda, mano izquierda, pie izquierdo y el beso anal. Terminada esta parte de la ceremonia, el cortejo satánico debajo del palio recorre el campo destinado al akelarre, en una procesión maléfica en la que se convierte en los más repugnantes animales que imaginarse pueda. El celebrante dará de beber pócimas extrañas a su cortejo, con la única misión de excitarlos.

Se coloca el altar en el centro del campo y la neófita presta su cuerpo para que sobre él se celebre la misa negra. De todos es sabido que dicha misa es la representación grotesca de la misa católica. Por eso en el ballet representado la belleza y la pureza dentro del altar con una pareja vestida de blanco, mientras que en la parte superior está el cuerpo simbólico del altar satánico, con el celebrante a su lado. Una vez terminada la misa, el celebrante toma contacto con la neófita como símbolo de impureza, invitando a todos los presentes a realizar actos semejantes.

Termina el rito con una danza tradicional en los akelarres en la que todos se toman de la mano dándose la espalda y entran en una frenética danza mezclada con gritos y alaridos que les excitan, para pasar directamente al desenfreno del akelarre.

AKELARRE (El sabbat)

Durante este rito se realiza todo lo imaginable, acabando en una verdadera orgía.